Este lugar plantea de manera pura la intención de llegar a Dios a través de la luz, brindándole al ambiente condiciones de meditación y actos como la conversación con Dios.
COMPARACIÓN N°1
Sector fieles y Altar
Imagen 1 Imagen 2
El monasterio acoge a las personas pero las separa unas de otras mediante el altar central que distancia pero que también une y relaciona a los monjes con los fieles.
La iglesia se compone de un templo formado por cubos, el de los fieles y el del altar el cual tiene una plataforma que lo eleva y jerarquiza el lugar, simbolizando lo divino y desde donde proviene la luz principal.
La asamblea de los fieles se divide en cuatro sectores que se ordenan radialmente hacia el altar, con bancos muy simples y livianos entregándole todo el protagonismo al altar y al espacio. Este además obtiene una sutil luz controlada que llega desde el poniente como se visualiza en la imagen 2
COMPARACIÓN N°2
Oratorio y Recorrido.
Imagen 1 Imagen 2
Ambos son lugares muy diferentes, uno de transito y otro de permanencia en el que la luz es adquirida de la misma forma, por fenestraciones, pero que cumplen funciones diferentes.
En el recorrido nos encontramos con un muro levitando potenciado por la luz que emana bajo de él y que acompaña y guía todo el sector de transito. Aquí la luz cumple cualidades de delimitador y potenciador del espacio.
El oratorio se caracteriza por ser un lugar mucho más privado donde los monjes se encontrarían íntimamente con su divinidad. Esta espacialidad presenta una luz teñida de color amarillento y que es diferente a luz blanca que apreciamos en el recorrido y en general en todo el templo; ésta nace desde la parte superior del techo, iluminando a un cristo crucificado aludiendo a la existencia de un ser supremo y trayendo una atmósfera cálida.